OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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EL ALMA MATINAL |
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LA NOVELA DE LA GUERRA LOS LIBROS DE GUERRA EN ALEMANIA1 No es posible explicarse como un azar el éxito sincrónico de varios libros de guerra, de diverso tipo, en la Alemania actual. Que la literatura alemana haya demorado mucho más que la francesa, diez o doce años en producir sus crónicas del frente y sus novelas de la retaguardia, no puede ser únicamente, como pretende Arnold Zweig, una consecuencia del tiempo y la distancia que los alemanes necesitan para enfocar nítidamente los acontecimientos. Contra esta tesis, existen en primer lugar los testimonios de los libros de Andreas Latzko, Leonhard Frank y Johannes R. Becher. Las novelas de guerra no tardaron en aparecer en Alemania más que en Francia. Pero la atmósfera post-bélica las sofocó con su densidad en unos momentos, con su enrarecimiento en otros. Los hombres en guerra, de Latzko, circulaba clandestinamente en los últimos meses de la contienda, cuando ya en Alemania el cansancio alcanzaba el grado registrado en algunos estupendos capítulos de la novela de Ernest Glaesser. Agustín Habaru ha hecho a este respecto una interesante indagación para los lectores de Monde. Las respuestas no coinciden todas; pero aportan siempre un elemento de juicio. Kurt Kersten se explica la acogida de los libros de guerra de Remarque, Renn, Glaesser, "por el presentimiento confuso de una nueva desgracia". F. C. Weisskopf, suscribe esta conclusión, afirmando que "la juventud es movida por una gran necesidad de aventuras, a la cual los libros de este género dan en parte satisfacción. Y luego a los antiguos combatientes les place recordar lo que en su existencia fue una gran aventura, que rompe con la monotonía de la vida cotidiana". Ludwig Renn, el autor de Krieg, secretario hoy de la Asociación de Escritores Proletarios de Alemania, no difiere de estos juicios: "Antes de 1925 —dice— el pueblo entero estaba contra la guerra. Nadie se interesaba por los libros de guerra porque no se sentía peligro inmediato. Después, la atmósfera ha cambiado: se prevé una próxima catástrofe. Los editores se han dado cuenta de que el tema de la guerra devenía actual para el público: han solicitado los libros que hasta entonces rehusaban publicar". Ernest Glaesser busca la razón del éxito de los libros de guerra en la estabilización de la burguesía. "No se teme ya la guerra y se puede sacar de ella un goce estético". Siegfried Kracauer, aunque disiente del pensamiento de Glaesser en la apreciación de la juventud alemana, comparte su concepto sobre el libre curso de la literatura bélica. "Solamente en un período de estabilización, el recuerdo ha podido encontrar franca vía de escape. Un fenómeno como la guerra debía ser reconstituido tarde o temprano. No ha podido serlo sino después de la inflación y los acontecimientos que con ella se relacionan, cuando los hombres cesaron de sentirse acosados día a día. Y ahora se gusta tanto más oír hablar de la guerra cuanto menos se la teme. Gracias a la política de Locarno, se ha hecho de ella casi un fenómeno estético". Conviene no olvidar, además, al anotar el tiraje extraordinario de Sin novedad en el frente de Erich María Remarque, el factor editorial. El lanzamiento de Remarque ha estado a cargo de la casa de más poderosos medios de difusión y réclame: la casa Ullstein. En el magnífico libro de Larissa Reissner Hombres y Máquinas, el lector curioso de estas cosas encontrará la más viviente y exacta versión del rol y los instrumentos de Ullstein en el abastecimiento de noticias y emociones del gran público. Desde el diario pequeño burgués hasta el folletín sentimental, y desde el magazín para la mujer hasta el refinado Querschnitt, Ullstein sirve a Berlín y a Alemania el más completo menú literario. Ullstein, al escoger el libro de Remarque, no podía equivocarse en la elección, ni de la oportunidad, ni del asunto.
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